Sunday, May 30, 2004

LocaEmociónColectiva

Macul con Americo Vespucio. 18:35. Con traje de pinguino, rostro mal afeitado y un acne de quinceañero me apresuraba a tomar la micro camino al Dentista como todas las tardes de Lunes de ese año. Era Septiembre y cansado de aprender algo que ya se me olvido pague el pasaje y me senté solo atrás, cerca de la ventana observando las modestas casas, las sucias calles llenas de vidrios rotos, tierra y papeles picados que se transformaban en Cines, Megamercados y casas de dos pisos, desde las cuales se empezaban a prender las primeras luces.
No se de donde saliste, tampoco adonde te detendrías, pero tu carita francesa, de venas transparentes en tu frente de aspecto gélido me provocaron los minutos mas desesperantes de mi vida. Usabas lentes, quizás. Ya no recuerdo si tu pelo era largo o corto. Tu cuerpo era hermoso. Estoy seguro que tus labios eran pequeños. Pero no se si me olvide de tu rostro o te transforme en otra cosa. En algo mas bello, mas complejo. En una sensación que jamás olvidaré. Por que fuiste el mas puro de mis amores, por que eres mi creación, por que te conocí y jamás me viste en ese bus con luces violetas como disco comunal.
Enamorarse en una lata amarilla es un deporte, una pasión honesta, un cariño donde no se mata. Solo se construye. Una pequeña mentira personal que ni siquiera te daña a ti. Te sientas y observas a ese ser tan frágil, tan bello, tan genial por no abrir la boca. Ese ser que no te cuestiona, solo te regala una imagen. Jamás va a criticar tu falta de tacto. Sus temas seran siempre los tuyos. Nunca vas a detestar su histeria. Te armas una vida a su lado, incluso llegas a casarte con ella, a tener hijos, a envejecer. Pero no les has dicho ni una triste palabra.
No te puedo hablar, no te puedo decir nada. No tengo tema. No soy de tu mundo. Tal vez me consideres un sicopata, un loco, un violador si te confieso lo que siento. Pero ya no importa. Estoy resignado a suspirar cuando vamos por Kennedy, cuando cruzamos el Hyatt juntos, Cuando el Marriot se eleva a lo lejos.
Un viejo amigo me decía que siempre las chicas de las cuales uno se enamora en una micro tienen un perfil parecido. Unos labios en silencio. Pequeños y dulces. Una mirada fija, un rostro que has visto en alguna parte pero no recuerdas donde, a veces leen, a veces se ven cansadas. Usan lentes. Son mayores. Son Menores. Son tu madre, tu novia, tu amiga y tu vida. Si les escuchas la voz te derrites. A veces van acompañadas de amigos (que por lo general son homosexuales, por que las chicas lindas siempre andan acompañadas por gays, que no las molestan como uno) a los cuales les cambiarias hasta de puesto (estado incluido) por conocerla, por saber que piensa, si te dirian "te quiero" por el celular, si le gustan tus discos, si te acompañaria al cine, si te daria un beso con sabor a Bowling y se tomaria una Coca-Cola a tu lado.
De un instante a otro un puente estaba sobre nosotros, estoy seguro que no te acuerdas. te levantaste y te acercaste lentamente a mi. Tocaste el timbre y te bajaste en Escuela Militar. Te habias ido para siempre, aunque jamás habias estado acá.

1 comment:

·.·.·.·F·.·.·.· said...

Me suena conocida la historia, como que me ha pasado muchas veces, más de las necesarias.