El inspector esta aburrido, no tiene nada que hacer, tiene mucho tiempo libre. Con su cotona blanca y enojo eterno, camina por los pasillos sin tener que relatar. Se le acabo la pedagogía, se le quedo en la camisa que boto hace un par de años en un montón de ropa sucia.
Pequeño Sheriff de pueblo. Psicópata malparido. Inventando líos donde no hay lío. Molesto por algo que a nadie le molesta. Camina dando ordenes a las paredes. Los niños lo ignoran mientras juegan en el patio: “que se vaya a rellenar cuadritos y escribirle cartitas a nuestros apoderados. Pobrecito, necesita compañía.”
Le habla a los pasillos. Vigila las puertas. Es un loco en medio de la soledad. Es un tonto al cual le convienen los tontos. Total, hay que justificar la pega. Ni siquiera es el encargado del trabajo sucio. los que imponen el orden, los agentes del mal o los que juegan de mercenarios por lo menos algo de clase tienen, mal que mal parte de eso es esquivar la cárcel. Ellos, sin embargo, protegidos por las carpetas Buho, se sienten la ley donde todo es una ficción. Al final su existencia se transforma en un capitulo de serie. En un patético personaje de cuento. Cada vez que lo veamos, démosle limosna. Pero jamás le hagamos caso: por que ese tipo de gente no existe, y no se pueden seguir los designios del vacío.
1 comment:
Has hablado de mi inspector general... Fucking Pedro...
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